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VOLCAN HUDSON EN ALERTA AMARILLA

El Hudson es un volcán chileno ubicado a 15 kilómetros del océano Pacífico, en la zona de los canales patagónicos y a 137 kilómetros al sur de Coyhaique, capital de la Región de Aysén, Chile. 

Corresponde al centro más meridional de la zona volcánica sur de los Andes. Se encuentra activo desde hace al menos 1,5 millones de años y dada su remota ubicación, fue reconocido como volcán sólo en la década de los 70, cuando en 1971 entró en actividad y destruyó por completo el valle Huemules.

Su actividad durante el Holoceno ha estado marcada por erupciones explosivas, entre las que se reconoce una de las mayores ocurridas en los Andes durante este período. Es una caldera volcánica activa de estratos que alcanza una altitud de 1.905 msnm con un cráter principal de 500 metros de diámetro. Posee un diámetro basal de 24 kilómetros que termina en una meseta de 3 kilómetros. Al interior de su caldera posee un glaciar que drena hacia el noroeste por el valle del Río Huemules. Su última erupción data del 8 de agosto de 1991, una de las mayores ocurridas durante el siglo XX en el mundo entero, sólo superada en magnitud, por otro volcán chileno, el Quizapu, en 1932. 

En 1991 la columna eruptiva alcanzó 18 km de altura. Expulso entre 4 y 6 Km3 de material piroclásticos, cubriendo 100.000 kilómetros cuadrados del territorio patagónico. Las cenizas depositadas alcanzaron espesores variables de entre 5 y 120 cm. El material particulado fino llegó a lugares tan distantes como las Islas Malvinas y Australia. Las ciudades más afectadas fueron: Coyhaique, Puerto Aysén, Puerto Chacabuco, Villa Cerro Castillo, Chile Chico y alrededores del lago General Carrera, por el lado chileno y Perito Moreno -la ciudad y no el glaciar- y Los Antiguos, por el lado argentino. 

El Hudson ostenta un portentoso curriculum de desastres. De muchos de ellos no existe registro, razón por lo cual, gran parte de la población solo recuerda la violenta erupción de 1991 y la crisis del 2011. Es quizás por ello, que cuando SERNAGEOMIN (Servicio Nacional de Geología y Minería) y su Red Nacional de Vigilancia Volcánica, a través de su Observatorio Vulcanológico de los Andes del Sur (OVDAS) emite la alerta Amarilla para el Hudson, cerca de la medianoche del 1/12/2016, la información causa alarma y preocupación en la población. 

En ella se señala que: "aunque la tasa de ocurrencia de sismicidad asociada al sistema volcánico del Hudson se ha mantenido en niveles habituales y similares a los periodos anteriores, la magnitud de los eventos de mayor energía se han incrementado progresivamente durante los últimos meses. Los eventos registrados en las últimas semanas se relacionan espacialmente con la fuente sísmica que estuvo activa durante la crisis volcánica del año 2011. Considerando que la dinámica interna del sistema volcánico varió y que la magnitud de la sismicidad se encuentra por encima de su nivel base, se cambia la alerta técnica de NIVEL VERDE a AMARILLO, agregando que esta permanecerá activa mientras las condiciones se mantengan". 

Sobre el particular, el director de la Oficina Regional de ONEMI, Siri Bravo, precisó que hasta ahora, si bien "no hay manifestaciones visuales, la población no han percibido ruidos, ni movimientos sísmicos, ni se aprecian fumarolas mayores u olores extraños”, hay que tener presente que "esta es una alerta técnica, que surge de sensores ubicados en la periferia de los volcanes"... Si bien la población no ha percibido cambios evidentes en torno al volcán, una vez emitida la alerta, en forma automática estamos obligados a activar los protocolo de protección civil para las comunas de Aysén, Río Ibáñez y Chile Chico, que son las que enfrentarían el mayor riesgo, por la proximidad al volcán.

¿Cómo se genera una alerta técnica?... 

Las estaciones de vigilancia y nodos de transmisión de datos, instalados en el perímetro de los volcanes más activos y peligrosos del país, se conectan al observatorio vulcanológico del Sur (OVDAS), que es la entidad responsable, en Chile, de la vigilancia y monitoreo volcánico. Sobre la base de información histórica del comportamiento de los volcanes, se elabora una Línea de Base o perfil de su condición habitual y más estable, de aquella que no representa riesgos para la población, independientemente que este en reposo, que presente actividad sísmica, fumarolas, emisión de vapor, cenizas u otra manifestación. Esa será su línea de base o las características propias del volcán. Cuando los sensores detectan cambios en su comportamiento o una actividad inusual, que está fuera de ese estado habitual, Sernageomin emite un informe. Estas alertas, no necesariamente -al menos en este nivel e incluso en mayores- son el presagio de una catástrofe o erupción inminente y devastadora, aun cuando pudiese derivar hacia ella. Sólo es un indicador de que el "equilibrio dinámico" que habitualmente presenta del sistema volcánico, está presentando una actividad inusual, que merece mayor atención y un monitoreo más exhaustivo para evaluar y tomar medidas de protección para la población, de acuerdo a como evoluciona el evento. 

La vigilancia se realiza principalmente mediante la generación de diferentes niveles de alerta, que se identifican por colores (Verde: tranquilidad; Amarilla: alerta; Roja, alarma) las que entregan un marco de acción a las entidades encargadas de la protección de la población. En nuestro caso, esta función le corresponde a ONEMI (Oficina Nacional de Emergencia), que debe cumplir ciertos protocolos, dependiendo del nivel de alerta. 

En la actualidad varios volcanes nacionales están en estado de alerta amarilla: Copahue, Planchón-Peteroa, Nevado de Chillan y ahora el Hudson. Este último se reactivó en Octubre de 2011, con la aparición de al menos tres nuevos cráteres en el glaciar que anida la caldera, emisión de pequeñas columnas eruptivas y de gases, desencadenándose una alerta Roja, sin que esta derivase en un desastre como el ocurrido durante la erupción de 1991. Es más, en este estado de alerta pueden permanecer meses y años. Por ejemplo el volcán Planchón-Peteroa  tiene alerta Amarilla desde el 22 de enero de 2016. ¿Se estabilizo ahí? ¿Ese será su nuevo perfil? ¿Incrementará su actividad? No se sabe. Mientras tanto se mantiene su vigilancia... Por ello, el llamado es a aprender a convivir con los volcanes, MANTENER LA CALMA e informarse sobre el plan de emergencia volcánica, en caso de que hubiese una contingencia mayor. 
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ALARMA EN AYSÉN POR MUERTE DE HUEMULES

La Región de Aysén, por su vasta extensión y baja densidad poblacional, se ha convertido en el refugio natural del Huemul. Una especie heráldica, endémica de Chile y Argentina que está en peligro de extinción no solamente por la destrucción u ocupación de su hábitat, el hostigamiento y ataque de perros, la caza ilegal, la conducción irresponsable de quienes transitan por caminos que cruzan parques y reservas a alta velocidad, atropellándolos y dándole muerte, sino también, porque al parecer -aún sin confirmación de exámenes de laboratorio- la población de huemules estaría siendo afectada por una enfermedad trasmitida desde el ganado doméstico (ovejas). 

Según algunas proyecciones, la población de Huemules ascendería a unos 1.200 ejemplares, de los cuales entre el 70 a 80% se encuentra en esta región. La reciente muerte de dos de ellos en la Reserva Nacional Cerro Castillo (2014-2016), podría ser causada por la misma bacteria que causa la Linfoadenitis Caseosa en rumiantes menores (ovinos y caprinos). 

Esta es una enfermedad de distribución mundial. Fue descrita por primera vez en el año 1888. Se presenta con mayor frecuencia en rebaños de ovinos y caprinos. Es común en países como Australia, Canadá, Estados Unidos, Nueva Zelanda o Argentina, no obstante ello, también afecta a equinos -principalmente a vasos linfáticos y raramente a los ganglios- bovinos en bajo porcentaje, a cérvidos como el huemul o camélidos como el Guanaco, Llama, Alpaca, Vicuña y eventualmente, al hombre (zoonosis), en cuyo cayo es considerada una enfermedad laboral, circunscrita a población vinculada a actividades ganaderas y plantas faenadoras. 

Entre las enfermedades infecciosas, presentes en rebaños que forman parte del extenso listado de aquellas cuya presencia debe ser denunciada obligadamente al SAG (Servicio Agrícola Ganadero), como es la Fiebre Aftosa, Carbunclo Bacteriano (Bacillus anthracis) y el Sintomático (Clostridium chauvei), Triquinosis, Peste Porcina, BrucelosisSalmonelosis, por nombrar solo algunas, se encuentra presente, desde el año 1937, en el listado de enfermedades para los ovinos, la linfoadenitis caseosa (Decreto Nº 644), a diferencia de lo que sostiene el Sr. Julio Cerda (5/11(2015), Director Regional del SAG Aysén, que “esta enfermedad no es de denuncia obligatoria".

En Chile, es común en explotaciones del extremo sur del país -Regiones XI y XII- que coincide con ser la zona de mayor densidad ovina. Esta enfermedad de carácter crónico, de baja mortalidad pero alta morbilidad (número de individuos enfermos) lamentablemente no ha logrado motivar a los productores ganaderos para su control, subvalorando las pérdidas que ella genera, en términos de productividad y acostumbrándose a su presencia como una cosa muy natural o porque en definitiva, no la reconocen como una enfermedad. 

La linfoadenitis caseosa (LAC) o pseudotuberculosis, es causada por una bacteria (Corynebacterium pseudotuberculosis, también conocida como bacilo de Preisz-Nocard -sus descubridores- o Corynebacterium ovis). Es una enfermedad infectocontagiosa supurativa de tipo crónico, que se caracteriza por producir áreas necróticas o purulentas de tipo caseoso (masa amorfa, granular, parecida al queso) a nivel ganglionar; abscesos en diferentes órganos como pulmones, hígado y riñón; decaimiento generalizado, animales flacos y débiles, de producción menguada. En machos casos es común encontrar afecciones testiculares, (epididimitis, orquitis, escrotitis) que fácilmente se confunden en el animal vivo, con las lesiones producidas por Brucella ovis. Habría que agregar también, cuadros purulentos no capsulados afectando articulaciones, órganos y cavidades. Finalmente señalar que: los casos graves derivan en la muerte del animal como consecuencia de la presencia de varias toxinas, entre ellas la fosfolipasa-D (PLD) y la toxina diftérica, con una alta capacidad hemolítica y necrótica.

Esta es una bacteria anaerobia facultativa, Gram positiva, sin motilidad, que no forma esporas. Es excretada principalmente a través de las heces y permanece activa por varios meses, aún a temperaturas bajo cero. Es destruida rápidamente por los rayos del sol y por exposición a temperaturas de 58°C durante 10 minutos, así también por desinfectantes de uso común, aun cuando puede sobrevivir hasta 8 meses en el suelo, en corrales sobre superficies de madera, paja, heno o adherida a alambradas o vegetación durante semanas y meses en condiciones húmedas y frías, si no se desinfecta. 

Los antibióticos (muy sensible a ampicilina, cloranfenicol, eritromicina y penicilina G, menos sensible a la neomicina y tetraciclina) son efectivos sólo en cultivos “in vitro” (laboratorio) a excepción de la estreptomicina, sin embargo en animales vivos los resultados son relativos, debido a la incapacidad de éstos de penetrar en los focos de infección (ganglios caseificados o abscesos) generalmente protegidos por capas fibrosas o por áreas de necrosis o purulentas, por lo que el éxito del tratamiento es limitado. La intervención quirúrgica para extirpar ganglios o abrir abscesos y drenarlos, no es fácil y requiere la intervención de personal calificado (médicos veterinarios) y un régimen de confinamiento para su ejecución, siendo particularmente complejo en aquellos animales silvestres como es el caso del Huemul, que se encuentra en áreas de difícil acceso e incluso de difícil localización. Por ello estos tratamientos se realizan sólo a nivel de animales de alto valor y excepcionalmente en otros casos. 

El contagio, en el caso de los ovinos, se produce por heridas no desinfectadas o tratadas inadecuadamente. Marcas, castraciones, corte de cola, esquila y actividades propias de la ovejería. Ocasionalmente es producido por heridas generadas por alambradas, espinas, ramas, troncos u otras enfermedades que afecten a la piel y dejen heridas expuestas, facilitando su contagio. En consecuencia, una forma de evitar su difusión, es desarrollar un plan de manejo sanitario adecuado en los planteles ovejeros. Es decir, un plan de higiene. Desinfectar los utensilios empleados, antes, durante y después de su utilización. Desinfectar pabellones de esquila y corrales. Tratar adecuadamente cualquier tipo de heridas, como una condición básica y necesaria para su control. 

Entre las vacunas disponibles para inmunización de ovinos y caprinos, utilizada desde hace décadas, se encuentran la vacuna USDA (Nacional Animal Disease Center, Ames, IA USA) que contiene pared celular de Corynebacterium pseudotuberculosis no viable con o sin muramyl dipéptido y la vacuna GlanvaCTM6 (CSL Limited, Nueva Zelanda), que es una vacuna multicomponente que incluye antígenos ultrafiltrados de C. pseudotuberculosis, Clostridium perfringens tipo D, Clostridium tetani, Clostridium novytipo B, Clostridium septicum y Clostridium chauvoei.  

Ambas vacunas, de probada efectividad en ovinos y caprinos, en otros países, no han sido probada en Huemules, quedando, por confirmarse, mediante exámenes de laboratorio, que el agente causal sea Corynebacterium pseudotuberculosis. Como son especies diferentes a los ovinos, el SAG se encuentra evaluando en Nueva Zelanda información que pudiese de ser de utilidad para curar y prevenir este tipo de patologías, supuestamente desconocida, que estarían afectando a los huemules.
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