LA ULTIMA PATAGONIA

 
Estas tierras dispersas en los confines del mundo -en la costa patagónica chilena, entre los paralelos 50º y 51º de latitud sur y a 24 horas de navegación desde Puerto Natales (180 millas náuticas) y ubicadas en las proximidades de la entrada norte del Estrecho de Magallanes- bautizadas como los cincuenta rugientes –ya el solo nombre nos intimida- han fascinado siempre a los exploradores. En el siglo XVI, siguiendo las huellas de Magallanes, una carabela española desembarcó en una isla calcárea aislada; que fue bautizada con el nombre del navío "Madre de Dios". Y a pesar de que la presencia humana en el archipiélago, en la actualidad, está confinada a la explotación de caliza en la cantera Guarello -con una ley de carbonato de calcio del 96%- permaneció casi invariablemente olvidada hasta el año 1997 -con excepción de algunas exploraciones geológicas nacionales- cuando una expedición espeleológica francesa en viaje a la isla de Diego de Almagro, descubre un paisaje único en el mundo: los glaciares de mármol, convirtiéndose a partir de esa fecha, en el centro de interés de la comunidad científica mundial.
El año 2000, retornan los científicos de la Federación Francesa de Espeleología en compañía de geólogos chilenos e inician la exploración sistemática de las cuevas y el relieve de la isla. En su estadía descubren el Sumidero del Futuro, segunda cavidad en profundidad de Sudamérica (-376 metros) y el sumidero del Tiempo (2500 metros de desarrollo). En total recorren más de 8 kilómetros de galerías en 32 grutas… Y fue esta exploración la que permitió abrir una ventana hacia un mundo absolutamente desconocido y casi surrealista. Sin embargo, por aquella fecha, nadie podía presagiar que esta isla olvidada de toda investigación humana por su inaccesibilidad natural -climática y geográfica- durante siglos, iba a revelar tesoros científicos de la magnitud de los que conocemos hoy.

Y debieron transcurrir otros seis años más (2006) para que pudiese arribar una nueva expedición de alto nivel científico y bien equipada –con una inversión de mas de 800.000 dólares- para poder comenzar a desentrañar los misterios del archipiélago y descubrir, entre otras tantas cosas: sepulturas Alacalufes -pueblo primitivo- en diversas cuevas con una antigüedad próxima a los 4.500 años y pinturas -dibujos antropomórficos o figuras geométricas- desconocidas en estas latitudes.

Si bien hay referencias de que los Alacalufes eran diestros navegantes de los canales patagónicos, no existían antecedentes concretos de que hubiesen alcanzado la costa del Pacifico, por lo que este hallazgo supone una nueva frontera territorial. Desde el punto de vista de la paleoclimatología -estudio de las características climáticas de la Tierra en épocas pasadas- el descubrimiento más significativo esta localizado en la cueva de la Morrena, que aporta un archivo de depósitos glaciares con un espesor de más de 20 metros, que pudiese corresponder a un depósito contemporáneo de glaciación, incluso a los dos últimos o a fases sucesivas y una estalagmita –formación calcárea que crece desde el suelo- posterior al depósito morrénico, que se esta datando mediante el método uranio-torio para definir su antigüedad.

Recordemos, dice uno de los científicos, que las estalagmitas se forman durante las fases de recalentamiento terrestre y ello supone la existencia de vegetación, en consecuencia de emisiones de gas carbónico desde el suelo.

Es un hecho muy significativo conocer este período de recalentamiento postglaciar que permitió la formación de la estalagmita, ya que no existen registros de este tipo en esta región austral.... Hemos supuesto –agregan- que estos territorios han estado bajo una capa de hielo muy importante –en los últimos 10 millones de años- por lo que estos antecedentes, nos producen un quiebre muy significativo de nuestras teorías… Finalmente, señalaron, en la cueva de la Ballena, se descubre un cementerio de cetáceos a seis metros por encima del nivel de las pleamares, hecho que podría indicar, por una parte, el elevamiento post-glaciar de la región y por otra, podría dar cuenta de la variación del nivel del mar en épocas pasadas. El hallazgo de las osamentas de cetáceos se esta datando con C14 y análisis de ADN y constituye un descubrimiento paleontológico de gran trascendencia.

El archipiélago Madre de Dios, a priori, posee todas las condiciones necesarias para declararlo un “desierto biológico”. Sin embargo -señalan los científicos- nuestras exploraciones revelaron una diversidad de flora y fauna inusitadamente abundante para estas latitudes y condiciones climáticas, incluso bajo las actuales, al punto de semejarse por su fisonomía, a la selva húmeda ecuatoriana de las altas montañas o a la selva húmeda-musgosa de altura de Nueva Guinea (3.000 a 4.000 msnm).

Seguramente nuevas especies serán reconocidas por la ciencia en los próximos años... A modo de referencia, revelaron, “encontramos una sorprendente diversidad en invertebrados bénticos (que viven sobre el fondo) e hiporréicos (que viven en los sedimentos inundados bajo los ríos). Se recogieron al menos 15.000 invertebrados acuáticos; hasta ahora solo hemos reconocido 40 taxones diferentes, con al menos 20 familias de insectos distintas y aún nos queda una tarea muy ardua por delante…Para tener una estimación exacta de la biodiversidad de los ríos de Madre Dios, es necesario esperar aún”, queda mucho trabajo. No obstante ello, se han observado numerosos mamíferos y al menos reconocido 30 especies de pájaros durante la expedición. Nuestros colegas chilenos han observado, además, índices concretos de la presencia de muchas otras especies, que necesitamos clasificar con la ayuda de especialistas…Es sin lugar a dudas un medioambiente absolutamente hostil, pero de una abrumadora e inexplicable biodiversidad” que necesitamos esclarecer. La sorprendente biodiversidad observada durante el verano del 2006 –como señala otro de los integrantes de la expedición- nos obliga a plantearnos algunas cuantas interrogantes. Primero, si asumimos una “puesta a cero” de la vida sobre el archipiélago durante la “última glaciación”, es necesario resolver algunas preguntas aún más complejas y sorprendentes: ¿Cuándo ocurre? Fueron uno o sucesivos los episodios… Y a partir de su ocurrencia ¿Cómo se pudieron colonizar los ríos de manera tan importante, en tan poco tiempo y a partir de qué fuentes?. También cabría preguntarse sí ¿el último episodio glaciar tuvo la magnitud que suponen los glaciólogos?...La encrucijada científica planteada en el archipiélago Madre de Dios no es menor ni reciente, toda vez que, la información proporcionada por investigaciones sobre foraminíferos bentónicos –fósiles microscópicos de microorganismos, cuya presencia esta asociada a condiciones ambientales muy sensibles como: temperatura, salinidad, pH y profundidad, del medio donde habitaron- obtenidas en los canales patagónicos y aguas subantárticas recientemente y que son utilizados como un indicador indirecto, pero muy confiable, de las condiciones climáticas de su hábitat y cuya antigüedad puede medirse mediante el uso del isótopo estable de oxígeno O16 ó O18, en forma similar a como se utiliza del C14 en otras áreas; arrojan una información discordante con los modelos actuales de periodos de glaciación e ínter glaciación conocidos y asumidos como válidos.

Contrariamente a lo que se pudiera pensar, la presencia de foraminíferos muy antiguos –Fusulinidos y Crinoides- en testigos sedimentarios obtenidos en isla Guarello y sus proximidades, sugieren un hábitat de origen cálido, un remanente tropical, que no guarda relación con las condiciones actuales del archipiélago, ni menos con las que hemos asumido…hecho que viene a validar la tesis postulada por algunos geólogos nacionales de que este “bloque” -que por su origen calcáreo, fue parte de un fondo marino- habría emigrado desde latitudes tropicales y se “adoso” o “encallo” en esta parte del continente. La subducción posterior -hundimiento de una placa litosférica bajo otra- muy activa en esta zona, por encontrase en las proximidades del llamado “triple punto”, donde convergen las placas de Nazca por el norte, Antártica por el sur -ambas bajo el mar- y la Sudamericana por el oriente habría -como consecuencia de la compresión de los terrenos que produce su avance- contribuido a su fusión, al punto de considerarla erróneamente como parte de una unidad geológica, que no es tal…Estas fuerzas tectónicas plegaron el terreno sedimentario y provocaron en ciertos casos una fusión y recristalización de sus rocas.

Por otra parte, la expedición aporta otros antecedentes relevantes: “la pared interior de la cueva de la Morrena muestra dos acanaladuras glaciares horizontales, fenómenos observados por primera vez en un medio subterráneo. La cueva habría servido de receptáculo a los desechos rocosos transportados por el glaciar en el último período frío; donde se observan bloques envueltos en gravas (morrena típica), superficies de abarrancamiento (episodios de erosión) y arcillas y arenas sutilmente laminadas, que serían “barbas” glaciares formadas por sedimentación de un lago de fusión (deshielo). Estas barbas podrían corresponder a fases de recalentamiento “brutal” que se produjeron en los hielos… Intentaremos -señalan- comprobar si se trata de acontecimientos rápidos o forman parte de la sucesión de varias glaciaciones” Y una vez más volvemos a información que nos entregan los foraminíferos… Estudios recientes sitúan la primera glaciación en 14 millones de años y a partir de esta época, se ha podido establecer la ocurrencia de varios periodos. Algunos brutalmente intensos, en un corto periodo de años, otros menos intensos pero más extensos en el tiempo, hasta el más reciente y significativo que se sitúa hacia el año 1800. No obstante ello, en épocas más recientes, se evidencian otros micro periodos muy activos, por lo que desde el punto de vista micropaleontológico, habría una concordancia entre las “barbas” observadas en los sedimentos de las cuevas y la información proporcionada por foraminíferos obtenidos en testigos sedimentarios, que reflejan aumentos insospechados de temperatura, los cuales, según información proporcionada por (Hervé et.al.1999) sobre la base del análisis microscópico de trazas de fisión en apatita, indicarían que las rocas pasaron por la isoterma de 100°C (3-4 km al interior de la tierra) hace alrededor de 10 Millones de años, en el sector sur de la isla Diego de Almagro.

Es claro, en todo caso, que la solución de algunas de estas tantas interrogantes que nos plantea Madre de Dios, pasan por integrar información reciente que emana de otras disciplinas vinculadas a la geología -micropaleontología, paleoclimatología, paleobotánica, sedimentología, etc. y otras especialidades que bien pudiesen ayudarnos a comprender el problema del calentamiento global, que hoy nos aqueja.

En otro ámbito de hallazgos, habría que señalar que tarde, durante los últimos milenios, el hombre colonizo estos espacios rudos e inhóspitos que fueron habitados por pequeños núcleos de cazadores o recolectores nómadas que se desplazaban en rudimentarios barcos hechos de corteza de árbol (canoas). Del pueblo Alacalufe o Kawésquar, que frecuentó los canales patagónicos y la costa del Pacifico –Isla Madre de Dios- sólo han quedado algunos discretos rastros de su presencia: chozas, conchales, sepulturas y pinturas parietales. Por ello, los vestigios artísticos de su presencia encontrados en las cuevas litorales ubicadas en el seno Barros Luco, constituyen un hallazgo antropológico sin precedentes de su presencia. Este pueblo, si bien disponía de una organización social extremadamente sencilla y su población -por lo que se conoce- no excedió los 6.000 habitantes, se encontraba perfectamente adaptada a las condiciones climáticas imperantes en la región. Aún hoy en día, y lo hemos vivido a diario durante el verano del 2006 –señalan los expedicionarios- las condiciones climáticas –hasta 8.000 mm. de precipitaciones anuales, vientos huracanados -70 km en forma habitual- y temperaturas bajísimas- nos han complicado nuestro trabajo de investigación y en algunos casos ha sido imposible realizarlo, a pesar de todos los recursos tecnológicos que disponemos. Sin embargo, ellos pudieron sobrevivir por miles de años en un medio ambiente sumamente hostil en condiciones muy magras –casi desnudos, apenas cubiertos por alguna piel, desplazándose en botes de corteza y conservando el fuego en un cuenco de arcilla- para terminar desapareciendo como etnia hace poco menos de medio siglo, bajo la influencia del “hombre civilizado”, que vino a alterar radical y drásticamente su estilo de vida… introduciendo el alcohol y las enfermedades propias del el hombre “civilizado” para los cuales no disponían de mecanismos de defensa.

Es lamentable que los “salvajes” que pretendían ver los europeos… incluido el gran Darwin, que en su vuelta por el mundo, al encontrase con ellos en el canal Beagle, había escrito, antes de retractarse por cierto, que no se podía hablar exactamente de seres humanos... Esta visión, fue tal vez la que de alguna forma contribuyó a despoblar las frías tierras australes de sus primeros habitantes; de esta cultura que comienza a ser redescubierta y valorada a través de estos hallazgos antropológicos; constituidos básicamente por montones de conchas (lapas principalmente) y de restos alimenticios de mamíferos marinos y terrestres que los huéspedes de la gruta consumieron en torno a un hogar cónico que se encuentra presente en el centro de la cueva. “Es quizás una ocasión única de estudiar el régimen alimenticio de los cazadores y nómades marinos que habitaron estos territorios.

Y aunque Madre de Dios sea muy hostil al hombre, la isla constituye una reserva de biodiversidad y una verdadera referencia de un ecosistema  único, no afectado por el hombre, que ha estado protegida de las influencias humanas por su inaccesibilidad. “Estas paredes y su entorno, que forman parte de una encrucijada científica que esperan aclarar, serán objeto de estudio por parte de la comunidad científica durante un largo tiempo, porque contienen información relevante que permite investigar los cambios climáticos del planeta, y entre ellas, las razones del calentamiento global actual, como afirma Bernard Tourte, jefe científico de la expedición…No obstante ello, los científicos, a partir de estos descubrimientos, que en algunos casos no tienen ningún referente a nivel mundial, como es el caso de las cuevas calificadas de anchialinas -reconocidas por su gran biodiversidad- esconden una fauna distinta de todos los demás medios subterráneos encontrados, donde varias especies son nuevas para la ciencia, llevándonos hacia una nueva frontera científica… que trataremos de dilucidar con la información que se recopile el 2008 y las que, sin lugar a dudas se sucederán, en beneficio de la comunidad científica mundial.

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TORMENTA DE POLVO EN PATAGONIA


En fecha reciente, en blog de una persona muy querida que vive en Chile Chico -Patagonia chilena- aparecía el siguiente comentario: ”no ha habido una evaluación de los efectos que pudo haber provocado la erupción del Hudson y su permanente nube de cenizas sobre la salud de los habitantes de la zona…Así vivimos en la zona. En la mañana desempolvas y a medio día tu casa está cubierta nuevamente de polvo”… 

Y rescato este comentario, a raíz de una información que ha comenzado circular con cierta fuerza a nivel mundial, que dice relación con un descubrimiento que ha llamado poderosamente la atención de la comunidad científica: las tormentas de polvo en Patagonia. Un fenómeno, recurrente y conocido por la población local -que hasta ahora solo había generado algunos inconvenientes domésticos o de salud- pero desde su descubrimiento, se ha integrado a un acalorado debate científico y esta en la mira de inescrupulosos inversionistas, que ven en él, una forma fácil de hacer un gran negociado, a expensas de una inquietud mundial: el calentamiento global... y su posibilidad, no utópica, de que de este fenómeno pudiese ayudar a reducirlo.
Según información proporcionada por la periodista, Fabiola Czubaj, del Diario la Nación de Argentina (8/10/2007) “todo comenzó cuando un científico argentino que analiza imágenes satelitales para la agencia espacial de los Estados Unidos (NASA) observó manchas difusas que salían de Patagonia hacia el océano Atlántico. Tras descartar la presencia de nubes en el cielo austral, vio que se trataba de tormentas de polvo”…De ellas, dice el doctor Santiago Gassó, su descubridor e investigador asociado de la Universidad de Maryland (EE.UU.) y la NASA, donde se dedica a la detección satelital de aerosoles (partículas en suspensión dispersas en el aire) "conocemos el impacto local que tienen sobre la salud de la población, pero ignoramos su influencia sobre el clima".

“El estudio que realiza junto al doctor Diego Gaiero en el Centro de Investigaciones Geoquímicas y Procesos de la Superficie de la Universidad Nacional de Córdoba, detecto que la cantidad de polvo que vuela de Patagonia y se deposita sobre el agua del Atlántico es aproximadamente de unos 30 gramos por metro cuadrado por año. Este dato, según Gassó, es sólo comparable a la cantidad de polvo que el Mediterráneo recibe del Sahara, el desierto más grande y una de las zonas conocidas más activas del mundo en este tipo de fenómenos”.

Desde entonces, Gaiero y Gassó trabajan a la par con científicos de Italia, Alemania, Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Chile, Brasil y Argentina en el Centro Nacional Patagónico (CENPAT), en Puerto Madryn, recolectando información para evaluar el fenómeno. Gassó agrega: "existe mucho interés por saber la estructura de estas partículas y su desplazamiento e influencias en el clima a nivel global. En esta región del mundo, gran parte de las partículas que se encuentran en la atmósfera tienen un origen volcánico (cenizas) y por ello, una composición química compleja, que además, está asociada a emisiones de volúmenes importantes de gases de efecto invernadero y cuyo impacto sobre el clima no ha sido suficientemente evaluado. 

Y la pregunta que resulta obvia es: ¿Cuál es la diferencia con lo que ocurre en otras latitudes, que hace tan significativo este hallazgo?... Primero, señalar que esta investigación se inscribe dentro de una serie de trabajos con miras a enfrentar el calentamiento global. En ella, los océanos desempeñan un papel importante dentro del ciclo del carbono, en el que interactúa la atmósfera, el medio ambiente físico y los organismos vivos. El CO2 atmosférico se disuelve en contacto con las aguas oceánicas y las corrientes submarinas lo diseminan por el planeta. El fitoplancton, microorganismos vivos dotados de capacidad de realizar la fotosíntesis (producción de materia orgánica a partir de la utilización del dióxido de carbono, el agua y la energía solar) que habitan en los mares, absorben cantidades significativas de CO2 de manera similar a como lo hacen las plantas terrestres. Cuando abunda el plancton, el océano se convierte en un "resumidero de carbono", que absorbe el CO2 y lo convierte en residuos orgánicos que eventualmente se hunden y almacenan en el fondo marino, como sedimentos. En teoría… una forma de retirar de la atmósfera el CO2 para combatir el calentamiento global, es propiciar el crecimiento del fitoplancton. 

El aumento progresivo de los valores de CO2 en la atmósfera -como de hecho ha ocurrido en los últimos 200 años- podría hacernos suponer que la cantidad de dióxido absorbida por los océanos debiera presentar niveles de saturaciones similares y comparables en diferentes partes del mundo. Sin embargo, no es así. Resultados preliminares, que provienen de tres grande proyectos de investigación oceanográficos financiados por Europa -ESCOBA, CARUSO y ASGAMAGE– han concluido -utilizando técnicas experimentales y modelos informáticos creados especialmente para este propósito- que los océanos del hemisferio sur absorben más carbono. Un fenómeno, que a todas luces resulta incomprensible. Primero porque la disponibilidad de radiación solar –necesaria para la fotosíntesis de los organismos vivos que lo habitan- es significativamente inferior a la disponibilidad en áreas próxima al ecuador. Segundo, los habitualmente agitados y tempestuosos mares del hemisferio sur, no contribuyen a que el fitoplancton permanezca en superficie y reciban la cantidad de energía solar necesaria. Habitualmente, es sumergido a profundidades donde ni siquiera llega la luz. ¿Y entonces como se explica?.

La explicación para este fenómeno, según Hein de Baar, uno de los investigadores del proyecto CARUSO, es que el elevado contenido de CO2 de los mares del sur, es producto de aguas que emergen desde las profundidades con alto contenido en nitrógeno, fósforo, silicio y otros micronutrientes, que se asociarían a corrientes horizontales que provienen de los márgenes continentales -arrastre sedimentario- también ricas en minerales, que enriquecen con hierro (Fe) las aguas superficiales, contribuyendo a mantener una población de fitoplancton de mayor densidad.

¿Cual es el papel del hierro? Este participa en procesos de oxidoreducción, especialmente en mitocondrias y cloroplastos e interviene también en sistemas enzimáticos no oxidoreductores, en los que generalmente, actúa de elemento puente en el establecimiento del complejo enzima-sustrato. En esta línea, el hierro desempeña un papel fundamental en la biosíntesis de clorofila (pigmento fotoreceptor donde se produce la fotosíntesis). Finalmente, el Fe, también, constituye un elemento fundamental en el proceso de fijación de nitrógeno (N2), necesario par la formación de proteínas. Dicho en lenguaje menos académico, la capacidad de fotosíntesis del fitoplancton, NO dependería única y exclusivamente de la cantidad de energía solar disponible, si no también, de la disponibilidad otros micronutrientes y en particular del hierro, que sería un factor que limitaría su capacidad fotosintética. Este hallazgo ha llevado a algunos investigadores a sugerir que se fertilice con hierro los océanos en un intento de aumentar la actividad fotosintética y así reducir el CO2 atmosférico, para frenar el cambio climático. Una hipótesis atractiva, sugiere Gaiero, donde el aumento del fitoplancton, también tendría un efecto beneficioso sobre la disponibilidad de alimento para otras especies y en consecuencia, más peces y más comida para la creciente población humana.

Los detractores de esta hipótesis –necesarios para una discusión saludable- plantean que la adición arbitraria de hierro cambiaría completamente las comunidades biológicas marinas. La descomposición de grandes cantidades de fitoplancton reduciría los niveles de oxígeno en el agua y la actividad microbiana asociada a bajos niveles de oxígeno o sencillamente anaeróbica, pudiese derivar en la producción de potentes gases de efecto invernadero como el metano (62 veces más potente que el dióxido de carbono) y óxido nitroso (275 veces más activo que el dióxido de carbono), lográndose el efecto contrario. 

Estudios científicos recientes demuestran que añadir hierro al océano solo reduciría el dióxido de carbono entre un 16-18% en el mejor de los casos, pero se desconocen sus consecuencias. Y he aquí la importancia de las “tormentas de polvo de Patagonia” y la comprensión de su dinámica y sus efectos…. 

Desde tiempos inmemorables, las fuentes de aerosoles (partículas) primarias de origen natural han sido: de origen marino, mineral y volcánico. Cualquiera que sea su origen, hay un factor común que contribuye a la dispersión y a la “fertilización natural” de los mares australes, el viento… que es un patrimonio de Patagonia. Ahora bien, las fuentes marinas aportan principalmente partículas enriquecidas con cloruro de sodio. Las de origen mineral, son partículas que arrastra el viento desde la superficie, especialmente cuando el suelo está seco y desprovisto de una cubierta vegetal. Estas partículas se componen de materiales derivados de la corteza terrestre y por lo tanto son ricos en óxidos de hierro, calcio y aluminio. Finalmente, están las fuentes de origen volcánico que proveen grandes cantidades de gases y aerosoles –ricos en compuestos minerales- pero al contrario de las fuentes anteriores, estas son inyectadas a una gran altura en la atmósfera, permaneciendo durante un mayor tiempo en suspensión y su área de dispersión es muchísimo más amplia.

Las tormentas de polvo que hoy se detectan con apoyo de tecnología satelital, no es un fenómeno nuevo en Patagonia. De hecho, vestigios de cenizas volcánicas se pueden encontrar en testigos de hielo obtenido en la Antártica (1.000 a 3.000 Km. al sur) a diversas profundidades, pudiéndose incluso, con un alto porcentaje de certeza, precisar su origen.

Por ello, tal vez, la importancia de estos descubrimientos científicos radica en comprender su dinámica e interrelación con otros fenómenos climáticos o de otro orden. Puesto que no hay referentes naturales sobre la fertilización de los mares en otras latitudes, ni estudios concluyentes sobre el particular, la adición de hierro u otros oligoelementos en forma arbitraria, sin una compresión cabal del fenómeno, pudiese desencadenar una catástrofe ecológica de consecuencias impredecibles, sin descontar por cierto, la influencia de la irrefrenable ambición e irracionalidad del “Homo Sapiens” –proclive a convertir en negocio cualquier cosa, sin reparar en sus consecuencias- que ha demostrado que de “sapiens” tiene poco -de lo contrario, no estaríamos enfrentados a buscar soluciones para evitar la autodestrucción- y pudiese sentir tentado a sacar conclusiones rápidas sin ninguna base científica a partir de esta información preliminar, de un fenómeno que ciertamente se produce, pero poco comprendemos. Una ecuación que la naturaleza a logrado equilibrar después de millones de años de evolución, y con nuestra arrogancia la pretendemos zanjar y convertir en negocio en minutos.

Tal vez por ello, agregar algunos antecedentes más sobre estos fenómenos. Las investigaciones sobre partículas en suspensión atmosférica, su desplazamiento y su influencia sobre el clima, es uno de los aspectos menos comprendidos. Un tema que ha demostrado tener más importancia y aristas de lo que se pensaba. Una amenaza ignorada, que por su naturaleza migratoria lo convierte en un problema global, pudiendo desencadenar problemas climáticos muy lejos de sus fuentes de origen y que no está recibiendo la atención que merece", señala el profesor Andrew Goudie, docente de la Universidad de Oxford. De hecho, el análisis que se hace de estos fenómenos, incorpora modelos, que no necesariamente son validos. Curiosamente y contradiciendo la lógica más elemental, una mayor cantidad de polvo en el aire no es necesariamente producto de la falta de lluvias según los científicos de la Universidad Hebrea de Israel y del Instituto Weizmann "El impacto que tiene el polvo en las lluvias es algo que no se sabía", dice científico Daniel Rosenfeld. De hecho, este resultado es completamente opuesto a lo que suponía la comunidad científica. El polvo y otras partículas suspendidas provocan que las minúsculas gotas de agua que se forman en las nubes se hagan más pequeñas y que las lluvias disminuyan o no se produzcan. El mayor peso específico de las partículas no necesariamente favorecen las precipitaciones. Un círculo vicioso, en el cual la sequedad genera más clima seco y podría tener importantes repercusiones en el clima a nivel global.

Por otra parte y para finalizar, recordar que una parte no despreciable del polvo que circula en Patagonia, tiene un origen antropogenico. El sobrepastoreo de tierras incapaces de soportar la presión a la que se expuso durante la “época dorada” de la ovejería y la tala irracional del bosque, han terminado por hacer perder parte importante de su insipiente cubierta vegetal, quedando irremisiblemente expuestas al viento. Una contribución no menor al fenómeno de dispersión de polvo en Patagonia, que por cierto, tiene una solución al alcance de nuestra mano.
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D'OLBEK: CERVEZA ARTESANAL DE PATAGONIA

Hace dos años que Carlos de Smet d´Olbecke junto a su mujer Beatriz Casanova, aprovechando la excelente calidad de las aguas de la XI región comenzaron a elaborar D´olbek la primera cerveza orgánica producida en Aysén –Patagonia Chilena- que contó con financiamiento CORFO

Carlos, nacido y criado en Chile Chico es hijo de los primeros inmigrantes belgas llegados a la zona en la década del 40, un dato no menor, ya que Bélgica es un país reconocido mundialmente como un gran productor y consumidor de cerveza de gran calidad, al igual que Alemania y República Checa. 

Dolbek es una bebida natural que conjuga los sabores y recetas de las más prestigiadas cervezas de Bélgica y Europa. No tiene ningún producto químico, es absolutamente natural. Utiliza agua pura como ninguna, lúpulo importado, la mejor levadura y cebada malteada. Eso le da un sabor especial y un color único que la distingue. Es una cerveza rubia, tipo Pilsen Lager, con una graduación alcohólica de 4,5 %, que se envasa en botellas de color ámbar de 330 cc. 

Juan Carlos San Martín, Director Regional de CORFO, al referirse al proyecto ha señalado que “estamos absolutamente comprometidos con este tipo de proyectos y seguiremos apoyando en la medida de nuestras competencias lo permitan; esta nueva idea que genera empleo y riqueza para Aysén”. Para De Smet este nuevo desafío abre enormes posibilidades para la Región, que incursiona en un nuevo rubro agrícola, la producción de lúpulo sobre suelos Patagónicos. 

D'olbek es un producto premiun que que seguramente identificara a la XI Región en el corto plazo.

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GLACIAR PÍO XI o BRUGGEN



Ubicado al interior del Parque Nacional Bernardo O´Higgins -el más extenso, hasta el 2007, que posee Chile con 3.525.901 hectáreas- ocupa la parte norte del Campo de Hielo Sur, entre los paralelos 48°20’ y 51°30’ de Latitud Sur, en las cercanías de Puerto Edén.

Su acceso es únicamente por vía marítima, a través del fiordo Eyre, partiendo desde la ciudad de Puerto Natales y navegando a través de los hermosos canales que bordean el Campo de Hielo Sur -en Patagonia Chilena- conjunto, que junto a Campo de Hielo Norte, se considera la tercera reserva de agua dulce del planeta y cuna de los glaciares más grandes y espectaculares del hemisferio sur.

El glaciar Pío XI o Brüggen, es el más grande del hemisferio Sur, fuera de Antártica, según imágenes satelitales tomadas por “Landsat TM” en 1986 y procesadas por Aniya et al. 1996, con una superficie total próxima a los 1300 Km2, que equivale a la suma del territorio ocupado por los cinco distritos que componen New York o casi cinco veces el tañamo del Glaciar Perito Moreno, en Argentina.

Este coloso de proporciones ciclópeas tiene un largo de 64 kilómetros, un frente de 6 kilómetros de ancho y torres de hielo que superan los de 75 metros de altura concentradas en el centro del Frente Sur. Sus características glaciodinámicas (velocidades, flujo, calving, surges, y otras.) son muy particulares. Mientras buena parte de los glaciares regionales han evidenciado un fuerte retroceso de sus lenguas terminales en los últimos 50 años, este ha seguido creciendo y manteniendo sus condiciones de avance a tasas de hasta 206 mts/año (entre 1945 y 1995) y alcanzando una posición máxima histórica en el frente Sur, entre el 2018 y 2020.

La presión de avance del glaciar, que produce lo que los glaciólogos conocen como “calving” (desprendimiento de témpanos) es muy intensa. Estos al caer sobre las aguas del fiordo producen gigantescas olas y su estruendo, se confunde con el grito agónico y desgarrado de la bestia milenaria, que herida de muerte, se desintegra e inicia su silencioso caminar hacia su última morada…dejando tras de sí, un paisaje fantasmagórico de formas y tonos de azul y blanco que navegan a la deriva… generando un espectáculo único, sobrecogedor, indescriptible e intimidantemente bello, que conmueve y estremece los sentidos, al cuál nadie puede permanecer indiferente, ante tan monumental despliegue escénico!!

Una visita al glaciar Pío XI es una experiencia radical y única, que involucra varios días de navegación por los canales patagónicos de Chile. Se inicia en Puerto Natales, saliendo a través de Angostura Kirke y enfilando hacia el norte a través de los canales Morla Vicuña, Seno Unión, Collingwood, Canal Sarmiento, Concepción y Wide para finalmente recalar en el hermoso Seno Eyre. Es un espectáculo imperdible. 


(*) Foto facilitada por NICKHERBER

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